Vivek Chibber, The Class Matrix Social Theory after the Cultural Turn, Cambridge MA-London, Harvard University Press, 2022, 203 páginas.
Teología y cultura, año 19, vol. 24, número 1 (mayo 2022), pp. 140-142 ISSN 1668-6233
En el primer tercio del siglo XX las predicciones de la teoría marxista sobre la inestabilidad del sistema capitalista —y su eventual colapso— parecían destinadas a cumplirse. En particular con la crisis de 1929 esto parecía una realidad; sin embargo, tras la Segunda Guerra Mundial el sistema capitalista ingresó en una etapa de relativa “estabilidad”, lo que condujo a importantes replanteos y debates en la teoría marxista. Tal como describió Perry Anderson, los teóricos marxistas fueron dando un lento pero sostenido “pasaje” desde las cuestiones económicas y sociales —en sentido estricto— hacia cuestiones filosóficas (con casos como el de Gramsci, Sartre y la Escuela de Frankfurt). Incluso el campo específico de la estética recibió en su seno el abordaje marxista de autores como Lukács, Adorno y —más recientemente— Jameson, Eagleton o Žižek. Ya el propio Perry Anderson —organizador de la New Left Review— advertía del “peligro” de este “giro cultural”, en el cual era central el concepto de “ideología”, pero que incubaba un lento abandono de la primacía de las cuestiones económicas. Vivek Chibber —sociólogo norteamericano de origen indio— se concentra, en esta obra de reciente aparición, en la disyuntiva entre el análisis económico y el análisis cultural. Carga las tintas, precisamente, contra la Escuela de Frankfurt y el “giro cultural” de la New Left Review por haber errado en su comprensión de los factores que otorgaron —y otorgan— estabilidad al capitalismo. El rol que el “giro cultural” otorgó a la ideología como factor estabilizador es puesto ahora en entredicho por Chibber debido a las connotaciones irracionalistas y de “déficit cognitivo” que implicaban esos acercamientos. Para el “giro cultural”, los trabajadores no se asocian ni derriban el capitalismo porque carecen de una comprensión cabal del grado de explotación al que son sometidos o porque, tras una hegemonía cultural legitimadora, operan “irracionalmente” en contra de sus propios intereses. La idea central de Chibber es que entre el típico dualismo entre “formación de clase” (o estructura económica) y “super-estructura” hay un error teórico a la hora de asignar los roles determinantes. Para Chibber es la “formación de clase” la que genera la explotación y la dominación y es ella misma la que genera la “estabilidad” del capitalismo —un tipo de estabilidad muy “particular”, por cierto—. La ideología, en cambio, para Chibber, es la que amenaza —o puede amenazar— la estabilidad del capitalismo; garantiza la dominación que opera de modo estable en el nivel material de la producción y reproducción de la vida.
Los trabajadores saben muy bien el grado de explotación al que son sometidos; no tienen un “déficit cognitivo”. Pero en lugar de asociarse con otros para lograr un cambio radical o —al menos— mejoras sensibles en su condición, optan por resistir de manera individual. Así, debido a una suerte de “cálculo racional” —según el cual sería muy “costoso” e “improbable” organizarse con otros— optan por la “lucha” individual, en una actitud de apatía y resignación. Es llamativo que Chibber no vea aquí el rol clave de la ideología; en su intento por cuestionar el “giro cultural” en la teoría marxista, se ocupa por reivindicar la “posición privilegiada” de los actores sociales en la comprensión de sus problemas y en la proyección de las posibles soluciones (!).
La obra consta de cinco capítulos. En el capítulo 1 el autor se dedica a establecer el “punto de partida” del análisis: una teoría marxista y materialista “revitalizada”, exenta de los errores del “giro cultural”, debería comenzar por reconocer que los sentidos que adoptan los actores sociales están determinados por su posición de clase. Son las necesidades materiales que experimentan estos actores las que los llevan a adquirir habilidades específicas en el campo de la cultura, para incidir positivamente en su propio bienestar material.
En el capítulo 2 Chibber aborda la cuestión de la estabilidad del capitalismo en la estructura de clase. La teoría marxista clásica no habría sido fiel a sus propios supuestos; el colapso del capitalismo no estaba garantizado, sino que la formación de clase (explotación, conflictividad social) hacía que el destino del capitalismo fuese, más bien, “incierto”. El error de la teoría marxista clásica estuvo en que entendió que la estructura de clase iba a llevar a la búsqueda de una resolución colectiva, cuando lo que sucedió fue que primó —y prima— una búsqueda de una solución individual. Es en este punto en donde Chibber sí asigna un rol a la ideología y la cultura, como posibles catalizadores de la “solidaridad”, valor imprescindible para combatir el capitalismo en el nivel colectivo.
En el capítulo 3 el sociólogo de origen indio discute en profundidad la hipótesis del “giro cultural” marxista. Su dictamen es que estuvieron equivocados en considerar que la fuente del consenso era la socialización ideológica o cultural. La fuente del consenso, nos recuerda este teórico fiel al materialismo, sería la coordinación de intereses entre empleadores y empleados. Para no perder “la vida” o las condiciones de vida —por mínimas que sean— los trabajadores se ven forzados a aceptar su situación —y en todo caso solo resistir individualmente — porque no ven una posibilidad real de cambio (they see no real possibility for changing it).
El capítulo 4 interviene en importantes debates actuales en torno a la “agencia” y los aspectos “universalizables” y “particularistas” de nuestra realidad social. Es aquí donde el autor se explaya en su crítica a la presunta “falla cognitiva” y el influjo ideológico de “adoctrinamiento” con los cuales, supuestamente, el capitalismo se habría vuelto estable, según la hipótesis del “giro cultural”. La apuesta de Chibber aquí es que una teoría materialista “robustecida”, fiel al análisis de clase, podría explicar tanto los factores universales como particulares de las sociedades industriales avanzadas.
El capítulo de cierre, el quinto, está destinado a una recapitulación de la propuesta de esta teoría materialista y “de clase” en cuanto a la estabilidad del capitalismo actual.
Se trata de un libro de gran relevancia para la teología latinoamericana, ya que pone en entredicho un punto de partida clave para esta, a saber, la relevancia de la discusión ideológica en el intento de cambios radicales en las formas de organización social. La propuesta de Chibber debe ser recibida y discutida ampliamente, ya que habilita una comprensión —en este caso, teológica— de las condiciones en que puede ser pensada la “esperanza” y la “solidaridad” como conceptos centrales de la teología cristiana; una teología que predica un evangelio relevante tanto para el individuo como para su organización colectiva.